martes, 8 de diciembre de 2009

Destrucción de recursos naturales: Un robo a la naturaleza. Por Gisela Gimenez García

Vecinos del partido de Tigre denuncian que la cuenca del Delta del Paraná está siendo avasallada por intereses económicos que no respetan su valor ecológico.

La frescura a vegetación de los boulevards camino a la estación fluvial del partido de Tigre se entremezcla con el olor a podredumbre que emana de las aguas del río. A medida que uno se acerca al puente que cruza el flujo hídrico, el perfume se vuelva más intenso.
El afluente que pasa frente a la estación denominado Tigre es un ramal del Reconquista, segundo río más contaminado de la Argentina. Su cuenca comprende 167.000 hectáreas, recorriendo en sus 80 kilómetros de extensión, 18 partidos del conurbano bonaerense. A lo largo de su curso, se encuentran ubicadas 12.000 industrias de las que un alto porcentaje no tiene servicio de cloacas y el crudo residual de 3.000 toneladas diarias es arrojado directamente a la rivera.
En enero de 2006, la contaminación del Reconquista bajó hasta el final de la cuenca comprendido por las islas de Tigre, provocando una mortandad de peces sin registros previos. El color negro de la corriente hídrica desesperó a la población. Históricamente, los habitantes del lugar extraen el agua del río para consumo y la depositan en filtros de arcilla para quitarle la arena que contiene. Las perforaciones en la tierra no son una alternativa ya que los acuíferos subterráneos son salados. “Un buen día, salgo fuera de casa y huelo el mismo olor que en el tramo denominado Tigre y miro y era casi el mismo color. La primer sección de islas había sido contaminada producto de que el Reconquista fue desviado por el Canal Aliviador”, describe Jorge Peimer, con la voz pausada característica del isleño.
El Canal Aliviador, que menciona Peimer, fue construido en 1970 para contrarrestar las inundaciones inherentes a la cuenca, actuando como vertedero de cota. Recibía a una distancia de 5 metros parte del flujo del Reconquista desde su desembocadura hasta el río Luján. Las inundaciones excepcionales de 1985 obligaron a la destrucción parcial del terraplén para facilitar el escurrimiento de agua, con lo que el río Reconquista quedó directamente conectado con el canal. En agosto del 2000, el Ministerio de Obras y Servicios Públicos de Tigre, decidió con el objetivo de controlar las inundaciones y sanear las aguas, realizar dos compuertas. Se elevó un terraplén que obstruyó el desagüe del Reconquista por su cauce natural, desviando su caudal contaminado durante un año y medio por el Canal Aliviador frente al sector de islas.
El pico de contaminación registrado en 2006, llevó a un grupo de vecinos a organizarse y conformar lo que es en la actualidad Asamblea del Delta y Río de la Plata. “Propusimos la creación de un comité de cuenca para coordinar las tareas de saneamiento del Reconquista, conformándose el Comirec- comité de Cuenca del río Reconquista-. Pero, lamentablemente, esta instancia de participación es una pantalla, no se cumplen con los estatutos y no se informa debidamente,” declara Cristián Cevidanes, integrante de la Asamblea.
En setiembre de 2007, en el marco de la campaña electoral de octubre de ese año, el ex Vicepresidente de la Nación y hoy Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, junto a 12 candidatos a gestionar intendencias pertenecientes a la Cuenca del Reconquista, entre los que se encontraba el actual Intendente de Tigre Sergio Massa, firmaron una carta de compromiso ambiental. En el artículo se reconoció el “altísimo riesgo sanitario al que está expuesta la población de la cuenca- 4.200.000 habitantes- producto de la contaminación”. Los firmantes se comprometieron en caso de ser electos a “facilitar la integración del Comirec”, “promover la reducción del movimiento de residuos peligrosos y patogénicos, y el tratamiento y disposición de los mismos” y “realizar planes para que, en un plazo de 5 años las distintas jurisdicciones alcancen una reducción del 30 por ciento de la totalidad de los residuos con destino a la disposición final”.
Al respecto, la Subsecretaria de Gestión Ambiental de Tigre Leticia Villalba al ser consultada por las obras prometidas a realizar señaló que en “el 2001, se ordenó crear el comité de cuenca tras promulgarse la Ley 12.663, la cual se reglamentó a finales de 2006 con lo que el Comirec recién se formó en el 2007. Se hicieron trabajos en ese año sin presupuesto asignado, con lo que en la práctica se iniciaron en el 2008”. Las actividades mencionadas por Villalba no aparecen en la página oficial del Comirec: sólo se informa “la aprobación del cronograma de actividades a llevar a cabo en la Cuenca del arroyo Morón con la finalidad de realizar un diagnóstico que fundamenten las acciones de fiscalización” y algunas imágenes del lugar. A partir de la fecha julio de 2008 a la actualidad, aparece: “disculpe; estamos incorporando la información.”
El Reconquista aporta hoy el 22 por ciento del total de contaminación que tiene el Río de la Plata, de donde AySA extrae el agua para Capital Federal y el conurbano bonaerense. Los vuelcos de residuos clandestinos son recurrentes. En el mes de febrero del corriente año, se registró un fuerte olor ácido en los afluentes que recorrió toda la red de agua llegando a la Planta Potabilizadora del barrio porteño de Palermo de AySA. El líquido arrojado era dioxolano, compuesto químico que figura en la lista de sustancias extremadamente peligrosas para la salud.
“Usan el Reconquista como un caño a cielo abierto”, enfatiza Peimer.

Por un lado se contamina y por el otro, se destruye el humedal

El deterioro de la naturaleza en Tigre no sólo se debe a la contaminación. La remodelación de la ruta Panamericana a finales de 1990, acortó las distancias entre Capital Federal y localidades como Pilar, Escobar y Tigre, lo cual originó un boom inmobiliario de barrios privados que en el caso de Tigre incluyó la urbanización de las islas.
“En 2007, estábamos en plena lucha por el saneamiento de los ríos cuando nos enteramos del inicio de un emprendimiento de 320 hectáreas llamado Colony Park, ubicado entre los ríos Luján, el Canal de Vinculación y el Arroyo Pacú, que tenía como fin construir un barrio náutico sobre una reserva municipal,” relata Cevidanes.
El Delta es un humedal de 300 kilómetros de superficie. Integra al corredor más importante del mundo, que se extiende desde el Pantanal de Mato Grosso en Brasil hasta el Río de la Plata. Alberga unas 700 especies vegetales, 543 tipos de vertebrados y su gran riqueza en aves, 260 grupos diferentes de especímenes, representa el 31 por ciento de la avifauna de la Argentina. El agua de los ríos del Delta ingresa a las islas y se va desparramando por las zonas bajas, que generalmente están en el centro. Toda la vegetación que tiene el lugar va atrapando los nitratos y la contaminación que arrastra, filtrándola como lo si fuese un riñón; la purifica naturalmente y recarga los acuíferos subterráneos.
“La isla es como un plato sopero, en los bordes se acumula el sedimento formando los albardones que son la parte más alta. Las máquinas de estas constructoras toman el barro del medio de la isla y lo ponen en los bordes llevándolos a una altura de 6 metros. El agua no ingresa y nosotros que vivimos en la primera sección de islas quedamos en un pozo. Cada 20 años se producen inundaciones extraodinarias y en caso de que se sucedan, el agua va a venir hacia nuestro sector y vamos a ser terriblemente perjudicados,” explica Liliana Leiva, apicultora e integrante de la Asamblea.
Los trabajos de edificación de Colony comenzaron con el aval de la Dirección Ejecutiva de Obras de Tigre, bajo la gestión de Hirman Gualdoni. “Yo vivo desde muy cerca el problema, soy vecino de los compañeros de Anguilas. Hace un año desalojaron a las familias en forma animal, la gente se iba al hospital de San Fernando y cuando volvía ya no tenía sus casas, estaban sepultadas dos metros bajo tierra por las topadoras”, denuncia Peimer. En 2008, se inició la causa penal Nº 2843/08 en el Juzgado Federal Nº1, a cargo del abogado Enrique Fereccio Altube, quién en representación de un grupo de familias de Anguilas, solicita que se investigue la comisión del delito de usurpación de tierras fiscales, de aguas entendida como cosa inmueble y daños por estrago.
Los pobladores isleños se adaptan a la naturaleza sin modificarla: construyen viviendas sobre palos permitiendo la transparencia hídrica, cortan junco, cazan sin depredar. “Si vos los sacas de ahí los matás, a algunos les daban 10.000 pesos para que se compren un terrenito ¿Y qué hacen después en el continente? Su modo de vida es el de la isla,” manifiesta Leiva.
Un grupo de familias de Las Palomas, sector donde el río Anguilas da una pequeña vuelta, resistió al desalojo. “Desde la Asamblea, resolvimos hacer un galpón en la casa de la familia Galea donde estamos trabajando para darle rentabilidad al junco que ellos cosechan. El INTI nos está ayudando pero lamentablemente esto es después de más de un año que esta gente está en situación de refugiados. Les cagaron la vida, no hay plata para pagarles eso.”
Para realizar cualquier construcción en la actualidad de magnitud semejante a los vecindarios privados, se requiere de un estudio de impacto ambiental. Villalba aseguró que “todos los emprendimientos inmobiliarios, ya sean barrios náuticos o barrios cerrados, deben dicho estudio como marca la ley 11.726 (Ley General del Ambiente de la provincia).” Sin embargo, Colony Park no cuenta con uno y las maquinarias continúan trabajando en el lugar al día de la fecha a pesar de existir una medida cautelar de suspensión de toda obra.
Al momento existen 20.000 héctareas del partido de Tigre destinadas a la construcción de barrios náuticos. A Colony Park se deben sumar los recientes EcoSpa y Poblado Isleño y considerar como antecedentes Villanueva, Isla del Este, Santa Mónica, NorDelta, Alba Nueva que fueron desarrollados con la misma metodología provocando desmoronamiento de las costas de las islas, desmontes, desertificación de suelos, pérdida de flora, fauna y patrimonio arqueológicos e inseguridad en la navegación por aumento del parque náutico.
“Estos grupos económicos se están apropiando de algo que es de todos - enfatiza Leiva-, de los recursos naturales. Están haciendo uso de algo que no les pertenece, es un robo a la naturaleza”.


Gisela Giménez García, estudiante de 4º año de la carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la UBA, trabajo final para Taller de Comunicación Periodística, Cátedra Rocco-Cuzzi.

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